Los cambios prácticos en el régimen de propiedad y de organización socioeconómica de la gestión tienen su base jurídica en la reforma de los artículos 14, 15 y 17 de la Constitución de la República del 1992. Dichos artículos establecen claramente que los bienes de propiedad estatal socialista, de todo el pueblo, pueden trasmitirse excepcionalmente en propiedad a personas naturales o jurídicas, y que la transmisión de otros derechos sobre esos bienes a empresas y a otras entidades autorizadas se efectuará conforme a lo previsto por la ley. Por último, establecen que el Estado podrá crear y organizar empresas y entidades encargadas de administrar los bienes que integran la propiedad socialista de todo el pueblo. Estos principios constitucionales dan pie a una amplia y profunda transformación de la base económica anterior a la reforma.
La finalidad de los cambios estructurales de la base económica tenían y tienen la finalidad de lograr una mayor correspondencia entre las fuerzas productivas y las formas sociales de producción de modo que obraran a favor de la elevación de la eficiencia y la eficacia.
Los primeros ajustes al modelo comenzaron por el sector externo, consistentes en la desmonopolización del sistema de empresas dedicadas al comercio exterior de exportación e importación. Tales cambios en los contextos de un alto coeficiente de importación para generar un peso de PIB crearon objetivamente cuellos de botella que obligaban a extender los cambios correspondientes en la economía interna.
Los cambios en las relaciones de propiedad de los activos nacionales, dada la estructura socioeconómica interna en que la propiedad estatal monopolizaba prácticamente todos los activos nacionales fundamentales y no fundamentales, conducía inevitablemente a su redimensionamiento estructural a favor de otras formas sociales de propiedad y explotación de parte de los medios de producción y además aislar convenientemente la función de propiedad de la de gestión; esto es, se abría un espacio a la descentralización y enajenación de las funciones productiva, de administración y gestión de la propiedad pública a colectivos, cooperativas, al capital extranjero y a individuos. La nueva economía de transición emergente si bien reduce el papel del Estado como sujeto directo de la gestión económica, mantiene su hegemonía sobre la propiedad pública.
La transformación del régimen de propiedad y explotación estatal de los medios de producción incluyen la formación de empresas mixtas de capital extranjero y estatal o mediante otras formas de asociación económica. No está excluido la presencia pura de capital extranjero en casos especiales. Otros cambios consisten en la introducción de distintas variantes de autogestión y autofinanciamiento colectivo en el sistema empresarial de propiedad estatal, la formación de cooperativas en la agricultura estatal y, por último, la difusión de la economía familiar y privada individual agropecuaria y en la esfera de los servicios e industrias locales. Solo se excluye la forma capitalistas entre los nacionales. La configuración estructural de la economía cubana coincide estrictamente con los de una economía heterogénea o mixta de transición al socialismo. Todo hace indicar que las experiencias de China, Vietnam y Cuba concuerdan en este aspecto fundamental del modelo económico.
El reajuste estructural de las relaciones de propiedad y de producción tenía necesariamente que proyectarse en un ajuste del mecanismo de funcionamiento económico, la revalorización de los ejes principales de la acumulación para el desarrollo y el realineamiento de las relaciones económicas internacionales dominada por el capital transnacional y los grandes centros del poder capitalista mundial.
Los cambios estructurales y del mecanismo económico hay que concebirlos en calidad de procesos más o menos prolongados en el tiempo, cuya ejecución asume diversidad de tratamientos en cuanto al carácter, el tiempo y el ritmo de ejecución de las medidas que se ponen en práctica. Lo importante a saber es el objetivo supremo de estas reformas, los intereses que están en juego y cuáles son los beneficiarios de los cambios. ¿Entonces cómo valorar la naturaleza de la reforma económica en Cuba a partir de los años noventa?
Los cambios en la estructura de la base económica y en el funcionamiento de la economía cubana, se han llevado a cabo bajo el principio declarado de mantener la esencia y la continuidad de la transición al socialismo. Los cambios no postulan la involución al capitalismo, sino asegurar las premisas para conservar y desarrollar la trayectoria socialista; es una medida revolucionaria pues parte de una interpretación objetiva de la realidad económica cambiante tanto interna como internacional. La formación de un nuevo modelo de economía de la transición extraordinaria al socialismo, no explorado todavía en el caso de un pequeño país como Cuba, es el reto más importante que tiene ante sí el pueblo cubano a finales del siglo XX y principios del XXI.
Las premisas político-económicas fundamentales que sustentan en principio la continuidad del proyecto socialista de la Revolución bajo la reforma económica son: conservación de la independencia y la autodeterminación de la nación, el fortalecimiento de la independencia económica a un nivel compatible con las particularidades nacionales y la globalización mundial, la promoción del crecimiento económico sustentable con el máximo de equidad y justicia social a favor de las grandes mayorías, más el enriquecimiento continuo del ideal humanista y cultural del socialismo.
La dimensión histórica de la reforma puede constatarse si se toma en cuenta que se trata de un ajuste a fondo del modelo económico y social de la transición al socialismo en un pequeño país subdesarrollado y periférico, sin retaguardia desarrollada de apoyo frente a un mundo globalizado por el capital transnacional con sus grandes bloques de poder y la persistente política de guerra económica de la primera potencia mundial hegemónica.
La importancia de la reforma económica cubana supera, por tanto, aunque no se lo haya propuesto, los límites nacionales, pues combina el ideal nacional liberador y social con la eficiencia económica y social. La resultante de este movimiento puede erigirse en un paradigma para los países del mundo subdesarrollado que accedan a la vía socialista del desarrollo o que inicien procesos guiados por el ideal de liberación nacional.
Sobre crisis, brechas y reformas económicas
Las manifestaciones concretas de la actual crisis económicas tienen distintas expresiones, muchas de ellas presentes con anterioridad a ser declarado el PE, pero actuando ahora con muchísima mayor intensidad y gravedad ante la no existencias de las antiguas reservas provenientes del exterior.Dentro de estas brechas se identifican:
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1. La brecha financiera externa: Entre
los volúmenes físicos y el valor de los
ingresos en divisa por un lado, y los requerimientos de
importaciones por el otro.
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2. La brecha financiera externa: Entre
la generación y obtención de ingresos
monetarios por la población, los recursos disponibles
para el consumo y la productividad del trabajo.
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3. La brecha inversionista: Entre la
capacidad interna de ahorro, las necesidades de
inversión y la inversión efectiva.
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4. La brecha técnico productivo:
Entre las capacidades productivas instaladas y los niveles de
aprovechamiento.
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5. La brecha ocupacional: Entre la
disponibilidad de fuerza de trabajo y la oferta de
empleo.
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6. La brecha presupuestaria: Entre los
ingresos y los gastos del presupuesto estatal.
Desde Agosto de l990 en que se decreta el periodo especial hasta l993 en que se inician las reformas económicas, las condiciones de funcionamiento de la economía cubana estuvieron caracterizadas por el establecimiento de un fuerte sistema de racionamiento y la adopción de mecanismos de contingencia y de distribución de recursos cercanos al de una economía de guerra, con una utilización muy restringida de vínculos de mercado en la relaciones económicas internas.
Con el inicio del proceso de reformas económicas, cuyos primeros pasos jurídicos se dan en l992 con una modificación constitucional, se tomaron a partir de l993 las primeras medidas con una clara orientación de mercado y enfocadas a atacar las brechas o desbalances económicos fundamental.
A partir de esos años se despliega un proceso de coexistencia controlada de mecanismos de mercado que se iban implantando, (incluyendo la constitución de nuevas empresas estatales jurídicamente privada), con el sistema de racionamiento y distribución centralizada de los limitados recursos existentes manteniéndose igualmente empresas tradicionales, funcionando dentro del anterior sistema económico.
Se han ido creando así una economía "híbrida" en la cual los mecanismos de mercado han ido ganando peso en estos últimos años, si bien se conservan las bases originales y las medidas de racionamiento del momento en que se inició el PE.
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