3.2 Modelo Neoliberal

El sistema económico neoliberal es una de las tres fases que ha tenido el capitalismo propiamente tal en la historia de la humanidad. El capitalismo, al igual que el esclavismo, el feudalismo y el socialismo, debe entenderse como un modo de producción. De acuerdo a la filosofía marxista, estos regímenes económicos son fenómenos materiales. Es decir, cada uno de ellos corresponde a cierto nivel de desarrollo de la humanidad, es una consecuencia de este desarrollo, pero la voluntad humana no ha intervenido en su creación. En consecuencia, el capitalismo no es una invención humana, sino que se nos ha presentado al igual como se nos presentan los fenómenos naturales, tales como terremotos, temporales, apariciones de arco iris si se quiere mostrar un fenómeno de la naturaleza no catastrófico.
Otra característica que Marx descubrió respecto de estos fenómenos sociales, fue que en virtud del crecimiento de las fuerzas productivas, un modo de producción se transforma en otro más elevado. Por ejemplo, del feudalismo nace el capitalismo.
Señalemos sí que el hombre algo tiene que decir y hacer ante aquellos fenómenos naturales que se presentan de manera independiente de su voluntad. En este sentido, el marxismo no es estático, sino que por el contrario es dinámico o dialéctico. De modo que si un determinado modo de producción afecta negativamente a la humanidad, el ser humano no esperará de brazos cruzados, y así ha sucedido a lo largo de la historia, que una transformación milagrosa de la naturaleza cambie el orden establecido.
Por supuesto, el capitalismo tiene sus causas, constituidas principalmente por la revolución francesa y la revolución industrial proveniente de Inglaterra con la invención de la máquina a vapor. Digo principalmente, porque sin duda la derrota del sistema económico feudal obedeció también a una fundamentación ideológica sin la cual, posiblemente la aparición del capitalismo habría tardado algo o bastante más en ocurrir.
Como señalan Marx y Engels en el Manifiesto Comunsista, la historia de la humanidad es una suerte de relato de conflictos entre clases sociales. Es lo que se conoce como lucha de clases. Entendiéndose como clase social aquel grupo que cumple un determinado rol en la producción. Es por ello que diferentes modos de producción están integrados por diferentes clases sociales. En el caso del capitalismo, estas clases sociales la integran los trabajadores poseedores de su fuerza de trabajo y los capitalistas dueños de los medios de producción necesarios para la elaboración de aquellos productos demandados por la sociedad.
No se puede dejar de mencionar que en el conflicto de clases que vió nacer el sistema capitalista, la burguesía protagonízó el papel de clase revolucionaria. Es así como los ideales de la revolución francesa, libertad, igualdad y fraternidad, son los ideales de la burguesía que se manifiestan de manera antagónica a la monarquía feudal.
Antes de referirnos al neoliberalismo que es el tema que nos convoca. Señalemos que con posterioridad a las revoluciones inglesas del siglo XVII, la francesa del siglo XVIII y de la independencia norteamericana, se implantó en todos los países civilizados de la época un sistema económico que se denominó liberalismo.
Comienzo del liberalismo
El liberalismo se basó en las libertades políticas y económicas de las personas. En este orden postuló el libre mercado, basado en el libre juego de la oferta y la demanda como único regulador de las relaciones económicas entre sujetos. Puso en vigencia la política del “dejar hacer, dejar pasar”, estableciendo como institución el mercado autorregulado y el estado como custodio de la propiedad privada.
El liberalismo económico se hizo famoso en Europa cuando Adam Smith publicó en 1776 “La riqueza de las naciones”, en este texto se promovía la abolición de la intervención gubernamental en asuntos económicos: no a las restricciones a la manufactura, no a las barreras al comercio, no a los aranceles. El libre comercio era, según Smith, la mejor forma de desarrollo de la economía de una nación.
Tales ideas eran liberales en el sentido que promovían la ausencia de controles. Esta aplicación del individualismo estimuló la libre empresa y la libre competencia. En estas circunstancias, los capitalistas por una parte pudieron acumular riquezas sin límites, y por otra, los trabajadores comenzaban a sentir los efectos del liberalismo económico.
La falta de preocupación por las condiciones de los trabajadores demostrada por los liberales burgueses, se expresó en el establecimiento de prolongadas jornadas laborales sin ningún control de los menores de edad y las mujeres, en bajos salarios y en condiciones deplorables de los lugares de trabajo. Esto, llevó a los obreros a crear organizaciones sindicales y a fundar partidos socialistas, que iniciaron una persistente defensa de los derechos de los trabajadores. Los partidos socialistas pusieron énfasis en la necesidad de hacer realidad las abstractas libertades políticas y económicas enunciadas por la burguesía liberal, a las que sumaron su lucha por una mayor igualdad y confraternidad entre las personas. Es así como el movimiento socialista hace suyas las consignas de la Revolución Francesa, en lo referente a las libertades políticas. A la lucha de los socialistas, se debe la conquista del sufragio universal, el cual era un privilegio sólo para los propietarios de fabricas, comercios y tierras. Además las luchas de los trabajadores y de los socialistas, lograron conquistas como la reducción de las jornadas de trabajo a ocho horas, y señalaron los inconvenientes que “la ley de la selva” sancionada por los liberales en lo económico, ocasionaba al bienestar de las grandes mayorías constituidas por la clase trabajadora.

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